jueves, 26 de noviembre de 2009



Barrio Patronato:
La fuerza de una vejez oculta
A pesar de que este barrio se caracterice por albergar diferentes etnias y vender sus productos o ropa al por mayor, la tradición sigue estando presente y esto es con: Yolanda Zapateros. Es optimista y cree que trabajando arduamente, sin importar su edad, saldrá adelante junto a su hija.

El sol en el centro del Gran Santiago evidencia que en un par de días llegará la primavera. Calles repletas de transeúntes que anhelan encontrar la polera que estará de moda este verano es lo que se observa a simple vista. Pero no todo es ropa en Patronato. A lo lejos, se escucha una anciana delgada, de tez y ojos claros que grita “Lleve el rico pastel de choclo de la abuela, la mejor receta mijita”. Además se puede sentir una bocanada de fritura que envuelve a la clientela.

Cocina desde siempre. Lleva más de diez años haciendo el famoso “pastel de choclo de la abuela”. Así es Yolanda Zapateros (83), quien se ubica en su carro de comida al paso en la calle Patronato junto a su hija Rita Pérez (58). Ya lleva una década ahí. Nada la desliga de su afamada receta para hacer los mejores y más económicos calzones rotos del barrio. “Tenemos bastante clientela y siempre son los mismos”, manifiesta Rita. A pesar de su edad, tiene una muy buena salud, lo que le permite seguir disfrutando mientras mezcla el pino con la pasta de choclo.

Con un aire alemán, que se delata por sus enormes y pronunciados ojos celestes que brillan cuando mira al sol, Yolanda se siente orgullosa de las tareas que cumple a diario. Cree haber estudiado para ser mamá. Consolida su rol como protectora de su hija Rita y usando la fe y sus creencias, considera que mientras Dios le dé salud, seguirá siendo la Yolanda de hace 40 años. Un par de arrugas revelan que se trata de una mujer muy mayor, pero su vitalidad hace dudar a cualquiera.

Es carismática. Su forma de hablar expresa una simpatía y unas ganas de vivir la vida como si fuera su último día. Asegura que lo pasa bien trabajando, ya que la gente le entrega un cariño inigualable día a día. “Mi mamá tiene mucha autoridad aquí, todos la respetan”, comenta Rita. Mientras Yolanda explica cómo surgió la idea de su negocio, mueve su delgada mano derecha para saludar a una de sus clientas frecuentes. Mientras le pagan un plato comenta, “me da rabia que algunas personas que pasan arriscan la nariz y miran con cara de asco, siendo que quizás hacemos las cosas mejor que en sus propias casas”, declara un poco enojada.

Yolanda es una mujer muy fuerte. Ni siquiera se quiebra al recordar la muerte de su marido, sino que lo conmemora como el minuto en que tuvo que independizarse y dejar la botillería en la que trabajaba junto a él, por un negocio más femenino y adecuado a su edad. “Cuando se murió mi marido tuve que cerrarlo, ya que ese trabajo es de parejas, no podía seguir adelante sola porque las mujeres somos más delicadas”. Así es como explica el surgimiento de sus reconocidas y populares recetas. Toda su vida ha sido una mujer aficionada al trabajo.Comenzar de cero le fue muy complicado. Estaban mal económicamente tras enviudar, es por esto que tuvo que salir a la calle a trabajar. “No es fácil salir a la calle a trabajar, cuesta muchísimo porque da vergüenza, cuesta ofrecer la mercadería pero como es tanta la necesidad de surgir y ganar dinero que te vas soltando de a poquito”, cuenta Yolanda.

Sabe muy bien que el sentirse joven va de la mano con un tema de actitud. No le importa tener el pelo blanco, ni que le aparezcan manchas y arrugas en las manos y cara, que son para muchos símbolos de envejecimiento, pero para ella no lo son. Lo único que le preocupa es perder la fuerza para seguir trabajando y siendo la mamá de Rita y la abuelita de todos aquellos que disfrutan de un endulzado plato de pastel de choclo en plena calle Patronato.

Jung Yeon Yang (18):
“No paso desapercibida”
Coreana radicada en Chile habla de la diferencia cultural y el difícil proceso de inserción que tuvo que pasar.

Vivió hasta los diez años en Corea del Sur para venirse a Sudamérica junto con su familia en busca de mejores condiciones de vida. Primero llegaron a Paraguay en donde se dedicaron al comercio. Hoy se encuentra radicada en Chile. Estudia Química y Farmacia en la Pontificia Universidad Católica (PUC). Viste todos los días ropa de patronato, ya que sus padres tienen un local en aquella zona. Al ser inmigrantes, el tema del negocio les ha traído diversas complicaciones como familia. La inserción en el mercado chileno se les ha hecho difícil por los diversos monopolios que existen en él. Sin embargo, patronato es una opción viable para surgir y emprender. Jung declara que la propuesta de tener un local en el sector fue costosa y arriesgada, pero que finalmente valió la pena.

Muchos pueden decir que esta joven coreana tiene la suerte de poseer una vida llena de oportunidades como cualquier otra persona. Estudia, vive con su familia en Chile y encontró su destino luego de un largo caminar por el mundo. Carola, como es conocida por sus cercanos chilenos, sabe cómo afrontar las discriminaciones de raza; está acostumbrada a enfrentarse a constantes luchas por lograr lo que desea. Pese a esto, la costumbre y el reconocimiento social son factores que a veces le siguen jugando una mala pasada.

Cuando llegó a Chile, fue recibida por la comunidad de coreanos, quienes actúan bajo una directiva para lograr una organización y ayudar a sus compatriotas residentes en el país. Ésta está ubicada en Patronato, ya que es el sector comercial y fuente de trabajo de la mayoría de ellos. “En general las familias se concentran ahí, algunos trabajan como jefes, gerentes o funcionarios de empresas coreanas como Samsung, LG, Hyundai, Daewoo, entre otras”, comenta Jung. No son muchos los jóvenes coreanos en Chile, es por esto que todos se conocen entre ellos. Una vez por semana acuden a la Iglesia, se ven en fiestas o en Patronato mismo, lugar donde suelen reunirse.


En Chile existe una amplia diversidad racial, pero aún no es aceptada del todo. A la mayoría de los chilenos le falta mucha empatía. La ignorancia provoca que la gente no sepa que existen distintas culturas y etnias, no se acepta ni se respeta a personas de distinta procedencia. “No falta la persona que me molesta en la calle, pero trato de no darle importancia”, aclara. En la universidad se ha podido adaptar fácilmente. “A la Carola no le ha costado mucho integrarse, tiene mucha personalidad y no le importa lo que digan los demás”, manifiesta DuYoung Hwang, su novio. Tiene diversos amigos en su carrera. “Como soy coreana, no paso desapercibida en ningún momento, la gente es más abierta”, cuenta Jung.

El día a día de un coreano radicado en Chile se opone completamente a la vida que llevaba en Corea. En el oriente no hay días en los que se pase “relajado”, todos deben estar en constante movimiento, las personas deben trabajar o hacer algo para sobresalir. En el caso de los estudiantes, deben tratar de aprender algo más allá de lo que se entrega en los centros de estudios para ser aceptados socialmente. El “egoísmo” por tener y ser más que el otro es algo que los caracteriza.

Su país natal no comparte muchas similitudes con Chile. El idioma es uno de ellos: cambiar del español al Hangeul es muy difícil y diferente. “Aquí todos piensan que porque las letras son más simples el idioma es más fácil. Me lo tomé como un desafío personal, como un paso fundamental para mi inserción en América”, explica Jung. Lleva bastante tiempo practicando el español, hasta ha incorporado algunos modismos chilenos en su vocabulario. Otro factor que le acompleja es haber terminado enseñanza media en Paraguay, ya que el nivel de exigencia y educación es más bajo que en Chile. Durante su estadía en el país ha tenido que estudiar muchísimo para lograr estar al mismo nivel que los estudiantes chilenos.

La base de la educación en Corea proviene de la filosofía de influencia budista, “tenemos muy inculcado en nuestra vida el respeto a los mayores y ser benevolente con las personas”, afirma. La gran diferencia radica en que la cultura es aprendida dentro de la misma familia lo que no sucede generalmente en Chile. Es claro que en la cultura occidental se conocen esos valores, pero no siempre están interiorizados dentro de cada individuo.

En corea el ambiente físico es muy reducido. La población se concentra en la capital, dentro de la ciudad y se vive en departamentos, por lo tanto la infraestructura es de altura. Sin embargo, el metro, las calles y los buses están muy bien organizados, es fundamental que así sea para que haya un funcionamiento ordenado. Chile no es tan distinto en este aspecto, ya que existe una adecuada organización urbana que permite un buen transporte público. “Según sé, aquí también hay una sobrepoblación en la capital y también hay bastantes departamentos”, manifiesta Jung.

A pesar de que se encuentra muy lejos de su país natal, no ha perdido sus costumbres. Celebra el día de acción de gracias, le rinde culto a los llamados Chayre, conserva sus supersticiones y comidas típicas. “Existe una amplia variedad de comidas, éstas se pueden apreciar en los restaurantes coreanos en Patronato”.

Paseando por Patronato

Barrio Patronato
Multitud olvidada
A casi un mes de las elecciones, los cuatro candidatos presidenciales buscan votos por todo el país. Sin embargo, Patronato no es uno de sus destinos a pesar de ser uno de los lugares más concurridos del centro de Santiago.


Mucho hablan de hacer campaña con la juventud. Pero aún así, no aprovechan los lugares que este grupo suele frecuentar. Es el caso de Patronato, donde circulan más de diez mil personas diariamente. Es más, el 60% de los clientes del barrio son jóvenes. Es claro que Patronato se caracteriza por ser un barrio comercial cosmopolita, pero no significa que carece de chilenos. Sin embargo, los candidatos a la República no han reflejado su interés.

Existen lugares de la comuna en donde los candidatos sí se han manifestado. Arrate, Frei, Enriquez-Ominami y Piñera han visitado Pío Nono, la Vega Central, Bellavista.

La misma ausencia se ve reflejada en la falta de carteles o publicidad electoral. Si bien, legalmente aún no está permitido hacer propaganda, los candidatos de igual forma buscan otras alternativas para plasmar sus fotografías, mensajes y propuestas.

Las cifras explican lo que está sucediendo. En un sondeo realizado a 20 vendedores, en el contexto de la falta de preocupación por parte de los candidatos, 3 ni se interesan por su ausencia, 6 creen que no es relevante, pero que sería entretenido que alguno de los candidatos los visitara, 11 tienen ganas de verlos, saludarlos y estar con ellos en su lugar de trabajo. De esos mismos 20 vendedores, un 30% quiere ver al “díscolo” Enríquez-Ominami, un 40% a Frei, 20% a Arrate y un 10% a Piñera.

“Ominami vino a puro marcar tarjeta. No hizo más gesto que levantar su mano para saludar”, comenta Isabel Adasme, vendedora de local ubicado en la calle Santa Filomena. Los jóvenes que trabajan en el barrio están molestos con la actitud de los candidatos. “No entiendo por qué hablan en las noticias de que quieren acercarse a los jóvenes si no lo hacen. Son pura boca no ma’ ”, cuenta clienta frecuente de Patronato.

“¡Fuerza, compañero!” fueron las únicas palabras que recibió el candidato del Juntos Podemos, Jorge Arrate, en una reunión con Claudio Abusleme, presidente de la cámara de comercio de Patronato. Él le reiteró a Arrate que “no hay mucha gente, porque están trabajando”. Si bien fue uno de los primeros en visitar el barrio, no fue bien recibido. “¡Se siente, se siente, MEO presidente!” es lo que se escuchó, el 23 de septiembre, a las afueras del quinto piso de Emcomenderos 260. En el mismo lugar que fue visitado por Arrate el 15 de octubre pasado. Ambos, se reunieron con los dirigentes y representantes de la cámara de Comercio e Industria de Patronato-Recoleta A.G con la finalidad de escuchar propuestas y explicar cómo se enfrentará el tema de las pequeñas y medianas empresas (PYME).

Arrate visitó la fábrica de confecciones “La Oriental” en la cual no logró captar la atención que pretendía por parte de los trabajadores. Por su parte, Enríquez-Ominami recorrió un par de tiendas, recibiendo de muy buena forma el cariño del público.

Sin embargo, el candidato de la Concertación, Eduardo Frei,no ha asomado ni la nariz. A pesar de ser el más popular del sector, la gente lamenta su ausencia. “Por el momento, no hay nada agendado”, cuenta Marisol Martínez, secretaria de recepción del comando de Eduardo Frei. Por otra parte, el abanderado de la Alianza, Sebastián Piñera, no se ha quedado atrás. Le preocupa ser ajeno a la campaña en el barrio y es por esto, que puso un stand a las afueras de la estación del metro; Patronato. Lo hizo a modo de entregar información, panfletos, pulseras y chapitas que avalen su candidatura. “Aún no hay fecha y hora para la visita, pero sí está programada para lo antes posible”, argumenta Rocío Díaz, voluntaria de la campaña de la Coalición por el Cambio.

Pese a que sólo dos candidatos han visitado el recinto, los otros dos pretenden ir durante noviembre. Aún no hay nada concreto, son sólo posibles propuestas.
Barrio Patronato:
Más vivo que nunca
En plena crisis, Patronato ha ganado público debido a sus bajos precios. Los consumidores lo ven como una alternativa para abaratar costos.

Dentro de los últimos dos meses, los índices económicos han delatado que la crisis está en su estado más crítico. Pese a que la gran mayoría de los negocios santiaguinos ha disminuido considerablemente sus ventas, Patronato no ha formado parte de esta baja. Al contrario, ha aumentado su público. A la gran cantidad de clientes con los que cuenta generalmente, se le han sumado los que quisieron ajustar su bolsillo y buscar alternativas más económicas. En cada esquina existe una “picada”, las cuales han sido beneficiadas, ya que además de los precios bajos de siempre, actualmente están constantemente con ofertas, las que les convienen y llaman la atención de los consumidores.

Patronato está ubicado entre las calles Recoleta, Loreto, Bellavista y Dominica. Desde finales del siglo XIX, se transformó en un punto de encuentro comercial. Fue fundado por extranjeros, con el fin de explotar el negocio textil en nuestro país. A medida que fueron pasando los años, cambió su enfoque. Se amplió la diversidad de productos, con lo que pasó a denominarse: “barrio comercial y cosmopolita de Chile”.

Es una calle angosta que tiene más de 100 tiendas. Moda, diversidad étnica, comida,
carteles con anuncios de ofertas, mujeres con altavoces promocionando sus productos, vendedores ambulantes y un mar de transeúntes, son sólo algunas de las cosas que se encuentran a toda hora y en cada rincón de Patronato. Éste se ha convertido en una de las zonas de comercio más concurridos de Santiago. Es casi imposible no chocar con la cantidad de gente que circula en ese lugar, las veredas siempre están colapsadas, los estacionamientos son escasos y es por eso que constantemente se producen congestiones vehiculares en ese sector.

Tiendas árabes, japonesas, coreanas, chilenas y chinas convergen en este lugar, donde a su vez, Carabineros goza de un alto protagonismo, especialmente durante el sábado, ya que aumenta en gran medida el número de robos y vendedores ambulantes. Abunda la piratería, los vendedores tienden géneros en el suelo en donde ponen su mercadería, hay de todo, desde maquillaje de imitación, pasando por textiles nacionales, hasta productos originales robados de multi- tiendas. Pero, sin duda, lo que más se vende son los productos digitales. CD’s musicales, cámaras, celulares, películas y software son sólo algunos de los productos que venden los comerciantes y que no dejan inadvertido a ningún cliente. Tendencias y una amplia gama de productos nacionales e internacionales, hacen imposible no tentarse y preferirlo.

Últimamente, se dice que Patronato es el nuevo “mall de la población abc1”, se han dejado los centros comerciales del sector oriente por una alternativa más barata y accesible para el bolsillo. Además es un lugar muy visitado por comerciantes mayoristas, ya que ahí manejan precios más baratos que con los clientes normales. Esta alternativa convierte a los comerciantes de Patronato en proveedores de otras tiendas del sector acomodado de Santiago, “en los tiempos que estamos, la mejor alternativa es comprar ropa ahí para después venderla un poco más cara; ahora todas quieren ropa económica y a la moda”, contó Camila Ruiz una joven negociante de clase acomodada.